La se?ora de Maurescamp volvió pronto a su casa, conducida por la se?ora de Lerne. Su ausencia había sido corta. Sus criados no vieron nada de extraordinario y su imprudente paso quedó ignorado de su marido.
Hacia las cinco de la ma?ana acababa de adormecerse, quebrantada por el cansancio y las emociones, cuando la despertó un ruido que se sentí